Decidimos convocar a una primera residencia de carácter colectiva durante inicios del 2020, en pleno estallido, que reuniera a distintes artistas nacionales, con edades similares buenas voluntades.
El llamado decía así:
Queremos invitarte a ser parte de una experiencia veraniega en las costas del norte de Chile, en donde la playa y el desierto se unen para invocar nuevas amistades. Buscamos a través de esto, poder entre todxs, levantar un hogar mediante la confección de carpas que nos empujen a crear otros espacios de trabajo vinculados a la imaginería del lugar, su contexto histórico y su relevancia política. Realidad que actualmente está poniendo en crisis los paradigmas del desarrollo social y, a la vez, los formatos de producción de arte contemporáneo, desde nos interesa resignificar y liberar procesos de aprendizaje para así abordar distintas prácticas desde una mirada colectiva y por cierto, más humana.

La intención de esta residencia fue desarrollar un espacio que nos empujara continuamente hacia las costumbres playeras del norte de Chile. Una de estas experiencias tiene directa relación con la acción de acampar, la cual refiere, según la geografía, a un espacio de segunda residencia. Es decir, un siguiente hogar.
Esta zona que sucede, no es más que un campamento de playa durante las estaciones de verano que nos invitan a ejercer la construcción y la reparación de forma comunitaria, con otrxs, compartiendo conocimientos desde y sobre los cuerpos, haciendo de la colectividad un desafío liberador.
En ese mismo sentido, estas experiencias intentan poner en crisis el modelo de desarrollo que conservamos, y con ello dar a conocer las problemáticas que aquejan las calidades de vida, pero también para resignificar saberes y valorar prácticas que escapan de los limites heredados de una cultura centralizada en la estética de la ambición y la ilusión. La que finalmente va marginando procesos altamente interesantes que ocurren en otras realidades, pero que son invisibilizados y menos preciados por los actuales paradigmas del desarrollo social y sus condiciones sobre el progreso.

La posibilidad de congeniar ejercicios creativos colectivos, es una lanza urgente que el arte contemporáneo requiere utilizar para comprender los territorio. Al igual que la necesidad política por desbordar los límites epistemológicos y metodológicos, que sin duda, harán del arte un espacio mayormente educativo y transversal, democrático y crítico a la vez, con la intención de contribuir a la valoración de saberes y por tanto, al sentido del arte; el encuentro, la reflexión, para recurrir a la curiosidad y a las múltiples interpretaciones. Desde luego, esta curaduría viene a leer contextos desprovistos por la hegemonía del arte, situándose bajo formatos irregulares a partir del gesto, el cuerpo, lo señalamientos, la colaboración, la regionalización y sus contradicciones. En donde juegan funciones y roles fundamentales las nociones estéticas de lo hechizo, la autoconstrucción, lo vernacular, lo doméstico-casero- vinculado al ecosistema, lo natural, lo nómade en busca de la recolección de alimentos, problemáticas asociadas a las migraciones y las formas de habitar, las ruinas y el material industrial propio de la historia de extractivismo del norte de Chile.

Por último quiero recalcar que en las exploraciones que realizamos durante la estadía en Río Seco, abordamos las cotidianeidades como lugares no comunes, donde relevamos lo urgente, por ejemplo, que es resguardarse del sol en pleno desierto, atreviéndonos a confeccionar una sombra que nos protegiera, ya sea para un fin especial o bien si íbamos de camino hacia otra parte.
Entonces, esta sombra y todas las reflexiones que surgieron durante esta residencia, son el resultado de haber habitado un espacio de encuentro, un lugar donde es posible hacer comunidad a partir del reconocimiento de riquezas mediante supervivencias varias, donde aquellas inteligencias y sensibilidades otras, guardan estrecha relación con la necesidad por crear relaciones sociales en base a la confianza y la amistad, haciendo de la sombra un refugio y al campamento una aldea. donde perder el control es un hábito inclusivo y el arte es la excepción.
Zona de Campamento es una residencia de exploración sobre las diversas prácticas y reflexiones que implica habitar las cotidianeidades del verano en las costas del desierto. Esta espacio, que es un refugio, transita entre paisajes adversos, transformándose con el tiempo en un tramo imprevisto, vacío - repleto, donde perder el control es un hábito inclusivo y el arte es la excepción.
OBRAS
PIEZAS
BITÁCORAS -
Breve presentación
Texto Curatorial
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O
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Loreto González Barra
CAPUT